Restauración de la linterna de la torre de la colegiata de San Miguel en Ampudia

Del siglo XIII parece ser que data el inicio de la construcción de la iglesia. En el siglo XVI se concluyen las obras de la Torre de la Iglesia de San Miguel en un estilo gótico renacentista. Fue mandada construir por Fray Pascual de Ampudia, Obispo de Burgos y Los Herrera y los Ayala, señores del castillo, son los promotores de los cuerpos altos de la misma.


Se trata de una iglesia de tres naves de gran sobriedad, en la que se destaca únicamente la torre de base rectangular y de siete cuerpos en altura separados por impostas, hasta la terraza con balaustrada, de la que parte el cuerpo octogonal de la linterna, rematado éste superiormente con un singular chapitel troncocónico decorado. Se aprecia la factura diferente de las dos zonas. La primera atribuida a Gaspar de Solorzano y la linterna y el remate a Juan de Escalante.

Tras el análisis visual realizado sobre el estado de los cuerpos altos de la torre de la Colegiata, se planteó la presente intervención en el edificio encaminada a frenar el deterioro de los mismos, ya que la progresiva degradación a la que estaban siendo sometidos los diferentes sistemas constructivos por la entrada de agua y la fractura de los elementos ornamentales provocaban la perdida de volumen y la destrucción parcial de ornamentación que se desprendía con la consiguiente pérdida de valores históricos.


Se planteó la recuperación de los elementos de evacuación de aguas (cornisas y gárgolas) y la restauración de los elementos ornamentales de los dos corredores, candelabros o jarrones, balaustradas, tanto en corredor superior como en el nivel inferior, así como la decoración de la aguja (volutas). Así mismo, se procedió a la eliminación de morteros de cemento que revestían la fábrica en numerosas zonas y que estaban colaborando en el deterioro de la misma.


Debido a la problemática existente en esta zona de la torre provocada por los excrementos de las aves que entraban y anidaban en las distintos niveles al interior de la torre , por el mal estado de las mallas que cierraban estos, al no cubrir la totalidad del ventanal o hallarse rotas en algunas zonas; se vio imprescindible abordar la restauración de los cierres de ventanales.


Teniendo en cuenta la enorme altura de la torre y observándose la ausencia de pararrayos en un entorno cercano de la misma, se consideró igualmente idónea la colocación de dicha instalación en coronación de aquella.